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Nueva Entrevista a Juan Son

La entrevista está pactada por la tarde en un restaurante. El clima de Guadalajara a esa hora es abrazador, justo antes de que la temporada de lluvias comience, el aire se siente pesado y las ideas fluyen de forma espesa. Bajo ese sopor, pasadas las 17:00 horas, llega Juan Son a la cita, como diría la expresión, “fresco como una lechuga”.

Para él no hay problema si el clima se asemeja más a una parrilla que a una tarde normal. Juan Son sonríe, saluda a todo el mundo quien le extiende la mano y se sienta en un sillón, dejando caer al lado su colorida mochila.

Se dicen muchas cosas del ex vocalista de Porter. Que es “muy buena onda”, que es bien sangrón, que tiende a divagar, que tiene las ideas muy claras. Son no parece muy conciente del mito que comienza a construirse entorno a él. Un mesero se le acerca a ofrecerle algo de beber y acepta, después confiesa que fue por cortesía más que por sed. No es fácil que él diga “no”, pero sabe cuándo es suficiente.

Por eso, Juan Son camina ahora solo. A su anterior banda la dejó porque no le permitían tocar sobre el escenario como le gusta. Su forma de sentir la música es muy abierta. La charla comienza y se abre el laberinto. Los caminos de cada respuesta surgen de un punto desconocido y siguen por un sendero misterioso.

La mente del cantante se mueve como un caballo desbocado, sin seguir una línea fija.

¿Que es lo que Juan Son ha estado haciendo últimamente?

“He estado haciendo promoción, firma de autógrafos, tocando en presentaciones, en radio... fue en una escuela, creo que les dieron un premio por reciclar pilas a los alumnos y nos llevaron a nosotros a tocar”.

¿Te hubiera gustado que a tu escuela llevaran músicos en tus tiempos de estudiante?

“Sí, y nunca lo hicieron. Creo que no. Bueno, una vez nos llevaron a un tipo que hacía cosas con yoyos. Yo era malísimo para eso y para los trompos. Me acuerdo que me compré el ‘trompo de oro’ y era el peor. No tengo psicomotrocidad, nunca lo hice ‘bailar’ (risas)”.

¿Al ser malo en los trompos, preferiste la música?

“Yo cantaba mucho de niño y ahora lo empecé a hacer de manera profesional. Nunca me ha caído el ‘veinte’ de cómo es que puedo vivir de esto, al menos en México, donde siempre tienes que tener otra profesión. Si lo viera como un trabajo, dejaría de ser divertido y creo que ya no lo haría”.

¿Nunca te has subido al escenario pensando en trabajar más que en divertirte?

“Ahorita sí estoy conciente de que es mi prioridad, pero muchas veces no. Agarré una ‘tocadofobia’ o ‘conciertofobia’ cuando me cuestionaba si esto era lo que de verdad quería hacer con mi vida. Me pasó en el tiempo en el que estuve con Porter”.

¿Con tu disco más reciente “Mermaid Sashimi” te reconcilias con lo de “hacer música por diversión”?

“Sí, vuelve a ser divertido. Me encanta poder expresarme. No me gustan muchas cosas de la industria (discográfica) que conllevan muchos compromisos, imagen, me da algo de flojera. Hacer música es lo que me encanta”.

¿De qué quieres hablar con la música?

“Son tantas cosas. Lo principal son los sentimientos. Los seres humanos tenemos nombres para los sentimientos, pero no son tan exactos, o hay cosas que sientes y no tiene un nombre. Me gusta la música porque con ella puedes hablar de cosas que no tienen letra. En Mermaid hablo de ansias, de cosas para las que no hay palabras”.

Las letras de tus canciones no siguen un patrón o tema fijo, ¿por qué?

“Me gustan muchísimo las metáforas, no me gusta ser directo, pero me gusta mucho la comedia y el sarcasmo. Confieso que trato de no usar nunca la palabra (hace una pausa) ‘amor’, la evito lo más que puedo. Me gusta buscar otra forma de expresar ese sentimiento, ese suspiro”.

Tú has confesado que eres muy malo para leer, pero escribes cosas muy complejas a la vez. ¿Qué escribes ahora?

“Estoy escribiendo un guión de una película. Me da pena confesarlo, pero sí, soy malísimo para leer desde niño y mi familia lee muchísimo. Les pido que me platiquen de que se tratan las cosas y de allí me inspiro”.

Entonces le has sacado algún provecho a tu condición

“¡Si! (risas). Ese mismo déficit me hace ser muy bueno improvisando. Me encanta usar palabras rimbombantes, o leer revistas científicas. Me encantan los datos curiosos (risas) ah, y tengo déficit de atención”.

¿Con cuál dato curioso andas deslumbrando últimamente?

“Por mi sensibilidad por la música me cuesta mucho trabajo ver cómo le quitan la vida a algo de lo que somos tan dependientes, como los árboles. Un árbol tropical puede crear oxígeno para 12 personas al año, pero se necesitan 12 árboles del desierto para darle aire a un persona. Ese es el dato (risas)”.

Tu faceta ecologista es poco conocida

“Pero me encanta la naturaleza. Soy de los que denuncian cuando se talan árboles, como está sucediendo en Guadalajara. Hago corajes cuando veo que la gente riega en la tarde. ¿No saben que se evapora? Luego por eso llegan las calamidades”.

¿Te sumarías a una campaña ecologista?

“Sí, de hecho, quería regalar un árbol con cada disco. Me la paso en los viveros y se me hace un crimen que el gobierno descontinuó a los hules por que supuestamente destruyen las banquetas. ¡Pero dan muy buena sombra! y oxígeno, claro. Yo sí quiero poner una fundación”.

La frase:

“Los esquimales tienen como 100 palabras para nieve, para mí también el amor tiene 100 formas de nombrarse”
Juan Son, cantante

Por cierto

En los próximos días, la agenda de Juan Son tendrá varias citas trascendentales. Primero se presentará en San Francisco, California, en el Mission Creek Music & Arts Festival el próximo 18 de julio y luego su prueba de fuego ante el público mexicano, el próximo 18 de agosto en el Teatro Metropólitan.


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