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¿Tal vez la banda más representativa en México de la última década? ¿una agrupación de mediano rock-pop más bien sobrevalorada por la prensa? Sea cual sea la apreciación, con todo y sus fanáticos o detractores, Zoé no pasa desapercibido y el revisarlo puede explicarnos la lógica que tiene la música para las nuevas generaciones.

Con cuatro discos de estudio y un EP, localidades agotadas en un inmueble difícil de llenar como es el Auditorio Nacional, además de premios como el MTV Latino (con todo y lo desprestigiado que ya está) se trata de los artistas -nos gusté o no- más populares para los adolescentes que suponen escuchar algo de rock hoy en día.

Pero con todo y ese ruido mediático que actualmente los persigue, no dejan de llamar la atención los orígenes verdaderamente desafortunados de una banda que optó, precisamente por ello, por la independencia, un camino que -para bien o para mal- copiaron jóvenes músicos entusiasmados con las ventajas del MySpace y los iPod.

En los ya lejanos años noventa, el naciente quinteto no había grabado más que demos. Según la anécdota registrada en el número 108 de la desaparecida La Mosca en la Pared, el equipo que acompañaba a Blur en su visita a México llevó a los ingleses al bar El Colmillo, donde casualmente se presentaba el entonces desconocido Zoé.

León Larregui narró a esa misma revista -las más crítica del grupo- lo que sucedió tras finalizar aquella tocada: "Damon Albarn me llevó a la parte de atrás y me dijo: ¿sabes que? la neta no me gustó. Me dio tres consejos, pero una de las cosas interesantes que me dijo no se me olvida: no creas que el rock and roll es sexo, drogas y desmadre; es un chingo de trabajo; si quieres que te vaya bien, tienes que trabajar cabrón".

Para 2001 el mismo vocalista le reclamó a Rulo, entonces programador de Radioactivo, no sólo la omisión de su disco debut en la estación sino también la burla que hacía del tema Asteroide. Y aunque no era la primera vez que el también locutor atacaba a bandas nacionales (caso Panteón Rococó) terminó reconociendo a Zoé hasta transmitirlos constantemente ya como programador de Reactor 105.7.

De igual forma, Larregui ha tenido que sortear señalamientos de los roqueros más exigentes: desde su aparición en un video de Shakira hasta sus devaneos por un supuesto abuso de drogas, tal como acusa ese periodista anónimo de nombre Pepe Rock, quien lo retrata como un sujeto siempre intoxicado y adepto a los escándalos.

Con todo y esas vicisitudes, Zoé puede presumir del interés de Phil Vinall -productor de Placebo, Elastica y Pulp- para mezclar sus tres últimos álbumes, de donde se desprenden al menos un puñado de rolas que, salvo la mejor opinión del lector, los salvan como un proyecto con influencia britpop que sí vale la pena escuchar. Me atraen por ejemplo la beatle Love, la hipnótica Reptilectric e incluso la oscura Dead del EP The Room.

Aunque más allá de qué tanto nos convence su sonido, esta banda explica por mucho la irrupción del término indie que, aunque nada tiene que ver con el género homónimo de los ochenta y noventa, se ha reciclado en México para etiquetar a una serie de agrupaciones que graban y distribuyen también de manera independiente.

Sobre la escena, el baterista Rodrigo Guardiola me sugiere en entrevista que los últimos tres o cuatro años han sido de los mejores: "tiene que ver con el internet, con que las bandas puedan publicarse solas y tener espacios como MySpace, sus sitios web, con la computadora poder grabar sus propios discos y obviamente si es una buena propuesta no importa que esté mal o bien grabado sino que la gente empiece a ver de qué se trata el grupo y eso ha ayudado mucho, y al mismo tiempo ha cerrado también el apoyo de disqueras que ahora esperan mucho a que los grupos funcionen por cuenta propia y luego ya exista un apoyo".

Ya en el post Los contrastes del indie mexicano el autor de este blog identificaba dos posturas: la que considera a este rock como "fresa" o de moda pasajera, y la que cree que este rock es genuino, pero incomprendido por "amargados" que maldicen lo nuevo y veneran lo viejo. Su servidor también agregó entonces que resultaría injusto generalizar y meter en un mismo saco a todas las bandas de reciente creación.

Para Jesús Báez, tecladista de Zoé, es importante efectuar una distinción entre el presente y el pasado: "si eras una banda en los noventa no tenías de otra más que rentar un estudio de miles de pesos para hacer un disco; ahora los discos se hacen en casa pero ahora es tan fácil que cualquiera puede agarrar un programa que ya trae una lista de ritmos, loops y herramientas que te permiten hacer una canción; pero prefiero eso a lo otro, no importa ¡que la gente haga música! perfecto, está increíble".

A pregunta expresa sobre qué tanto sobrevive ese cliché de la rebeldía y el rechazo al mainstream que tanto nos apasiona a los roqueros, Rodrigo Guardiola se apresura a responder que "existe pero se aplica mucho para bandas que tengan una temática muy directa a conflictos sociales o políticos, y para Zoé la música es algo más universal, si un medio nos recibe -mientras no nos afecte queriendo cambiarnos- es un espacio más y lo tomamos como algo positivo". Añade que "eso tenía que ver mucho con la música de protesta y era otra década, ahorita ya es muy raro".


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